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Haumea – Diosa del nacimiento

Este artículo forma parte de una serie sobre los Nuevos Planetas Astrológicos.

Este es un planeta enano, cuyo simbolismo se relaciona con la fertilidad, el nacimiento y el renacimiento. Recibe su nombre de una diosa de la mitología de las islas Hawaii, a la que se encomendaban las mujeres antes del peligroso momento del parto (existen diosas de este tipo en todos los ciclos mitológicos).

Haumea, se dice, tiene muchos hijos, que nacen de diversas partes de su cuerpo. Ella misma adopta diversas formas y pasa por diversas reencarnaciones a lo largo del tiempo. Se cuenta que Haumea de vez en cuando engendra a una hija que es una nueva versión de ella misma. De este modo, su naturaleza se perpetua en el tiempo. Pero cuando uno de los descendientes de Haumea se niega a tomar a la reencarnación de su madre como esposa, se rompe un patrón de repetición que nos recuerda a algunas maldiciones intergeneracionales.

Otra de sus atribuciones, es la de ser una deidad de la medicina y de las plantas. Ella está relacionada con la diosa de la tierra, Papa, y en algunas versiones del mito, es una manifestación de la propia Papa. De hecho, se piensa que Haumea tiene forma de roca, como la propia tierra. Entre sus múltiples hijos, destaca Pele, la diosa del fuego y de los volcanes. También es la madre de Namaka y Hi’iaka, que se identifican con las olas y las nubes. Actualmente, estos son los nombres de los dos satélites conocidos de este planeta.

Sobre Haumea existe una controversia, ya que su descubrimiento fue reclamado por José Luis Ortiz Moreno, de España, y al mismo tiempo por el equipo de Brown, Trujillo y Rabinowitz, de Estados Unidos. Actualmente, se considera que no hay un descubridor oficial, pero la Unión Astronómica Internacional ha concedido de facto el descubrimiento al equipo norteamericano, al dar a este cuerpo el nombre propuesto por ellos, en vez del que patrocinaba Ortiz: Ataecina.

Ataecina es una diosa ibérica del mundo subterráneo, relacionada con Perséfone. Su nombre parece significar, «renacida». Así que, de alguna manera, conecta con el simbolismo de Haumea en el sentido de que ambas son diosas que mueren y renacen constantemente, como ocurre con la vegetación todos los años.

El simbolismo de este planeta puede estar relacionado con la capacidad de crear algo nuevo, pero no en el mundo de las ideas, sino trayéndolo a la realidad física. Del mismo modo que la diosa hawaiana trae a sus hijos al mundo, los actos de Haumea tienen un impacto en el mundo. Nada es igual después del nacimiento de una criatura, el universo entero sufre una transformación. Del mismo modo, nada permanece de la misma manera cuando una idea ha pasado de la mente a la realidad tangible.

Pero Haumea no sólo trae continuamente a la luz a nuevas creaciones, sino que se transforma en ellas, en una especie de permanente reencarnación. Es un patrón de repetición que puede ser positivo en algunos aspectos, pero que necesita una renovación continua para que pueda seguir siendo creativo. Si la realidad se transforma, las generaciones deben cambiar también.

Por eso el mito de Haumea nos muestra también que los patrones se pueden y se deben romper de vez en cuando. Sólo cuando aceptamos que algunas cosas permanecen y otras tienen que transformarse, podemos crecer y adaptarnos a nuevas realidades. Esto vale tanto en el plano social, como individual.

En una interpretación psicológica, vemos aquí cómo el hombre busca muchas veces como esposa, a una mujer similar a la madre, una «reencarnación» de ésta. Romper ese patrón, una vez reconocido, puede ser un paso importante en su desarrollo interior.

Haumea gira en la zona del Cinturón de Kuiper y tiene un período orbital de 284 años. Actualmente se le considera como «planeta enano», al igual que sucede con Plutón o Eris. Todas las personas que viven en la actualidad, tienen a este cuerpo en el arco comprendido entre Leo y Libra, por lo que resulta conveniente analizarlo más por su posición por casa en el mapa natal, que por su situación por signo. Como sucede con todos los cuerpos que están más allá de la órbita de Neptuno, es un planeta de gran interés para la astrología mundana (aquella que estudia el desarrollo de las sociedades, la política o la economía).